viernes, 25 de abril de 2014

UNA ELEGÍA


Estabas ese día quieta, serena
aquel triste anochecer de abril
allí, esperando bajo lluvias mil
llorabas mustia una honda pena
soportando una cruel condena
deseabas ansiosa mejor morir
harta ya de tan injusto sufrir
y por una pena devastada
implorabas tu paso a la nada
muy poco te importaba vivir


¡Te supliqué de mil maneras!
exclamabas en tono anhelante
inerme, bajo la lluvia delirante
¡sin ti para que mil primaveras!
¡marchaste lejos sin que supieras!
decías gimiendo tan resignada
pobre ninfa, sola, desolada
esperabas, sabiendo la verdad
que todo era vano, una levedad
había sido vetada, olvidada

Fuiste una bella sin suerte
¿quién pudo hacerte daño?
victima de cruel engaño
¿quién mintió tanto al quererte
y dejarte al filo de la muerte?
ay, pobre de ti, flor radiante
todo lo perdiste al instante
abandonaste toda esperanza
la mirada ida en lontananza
te fuiste bajo la lluvia incesante

La luna llena y serena te vio
mágica, yaciendo entre flores
emanando los dulces olores
la tristeza al fin te venció
ya para ti todo se perdió
dejaste así la vida terrenal
rompiste la condena infernal
ya la noche corrió su velo
cuando ya partías al cielo
aquella madrugada fatal



 



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