Hace muchos años, en una pequeña casa campestre vivía una niña muy gentil que un buen día se hizo amiga de Solomino, un duende silvestre alegre y juguetón, el uno al otro se confiaron sus secretos hasta el dia en que el hermano mayor de la pequeña, siguiendo las ordenes de sus padres consiguió engañar al duende y se quedó con su sombrero, entonces, Solomino quedo atrapado en una ceiba, la pequeña le prometió que buscaría la manera de liberarlo, seria una misión difícil porque su hermano escondió el sombrero y el diario donde ella había escrito las confidencias del duende, pasaron los años, el hermano se fue a la guerra y ella conoció el amor y fue feliz... pero nunca se olvidó de cumplir la promesa dada a su amigo, durante años busco la manera pero todo parecía en vano hasta ese día en que su hija mayor y su hijo llegaron a la vieja casona
I
LA PUERTA
DE LOS TRES CANDADOS
Estaba sentado en la silla
mecedora rechinante de su abuela Filomena, se mecía rabiosamente como señal de
protesta haciendo que el crujir del piso de madera cantara la más insoportable
de las melodías, definitivamente Manuel
Francisco no deseaba quedarse ni un minuto más en lo que él consideraba
la casa tenebrosa de la abuelita, su
madre decidió acabar con la patanería del muchacho al bajarlo de la silla.
__Suficiente Manuel, por más que
protestes, estaremos aquí por los
próximos dos meses, te recuerdo que estás castigado, como ya lo has notado,
aquí no hay televisión, teléfono
celular…
__En este moridero no hay ni
siquiera energía eléctrica, ¡yo quiero volver a nuestra casa en la ciudad!
__ ¡Suficiente!
El
jovencito de 11 años buscó otra cosa con la cual seguir haciendo
protesta, miro hacia todos lados, todo
era tan viejo para el que se desilusiono muy pronto, ya estaba por resignarse
cuando encontró una puerta cerrada con tres candados enormes y pesados, había
un aviso encima de ellos que decía… ¨Prohibido abrir los candados, atentamente
Luís Ángel¨ el famoso tío había partido hace varias décadas a pelear en la
última guerra civil, desde entonces,
nadie recordaba si él se había llevado las llaves o si la abuela Filomena las
había guardado en uno de sus misteriosos baúles, fue así que decidió enfilar todos sus
esfuerzos para entrar como fuera posible
al olvidado cuarto del mítico tío, en el más absoluto de los sigilos se dedicó
a buscar en todos los baúles de la abuela las famosas llaves, extendió su búsqueda
hacia los gabinetes de las cobijas, edredones y demás lencería, luego paso como
un huracán por las alacenas de la cocina, el resultado siempre fue el mismo, ni
rastros de esas famosas llaves, en tres días no dejo rincón de la casa sin
escarbar, llego a la conclusión que el tío se las había llevado a la guerra y
que posiblemente habían terminado como el, en una zanja, si el de verdad quería
llegar al interior de ese cuarto tendría que buscar otra entrada o arrancar los
candados de la puerta, se decidió a
buscar otras posibles entradas, total tenía dos meses para lograr su objetivo.
Cinco días después, todo parecía
indicar que no había manera de entrar si no fuera por la puerta, cuando estaba
a punto de volver a su pataleta inicial, comenzó a escuchar debajo de su cama
de manera irregular algo parecido al tintineo de unas campanas, se dedicó a
hacer silencio y esperó hasta oír de nuevo aquel sonido, no tardó más de dos minutos para oírlo de nuevo, el sonido provenía debajo de la cama,
presuroso se lanzó debajo de ella y comenzó a buscar , encontrando una tabla
suelta, con unos fósforos iluminó el
agujero y… allí estaban, las llaves más feas y viejas que había visto jamás, quiso meter la mano pero se encontró con unas
ratas, el susto fue enorme, quedo por unos segundos pálido y mudo, el ruido que
hizo en las tablas espantó a los roedores y a tientas, logro apoderarse de las llaves,
puso de nuevo la tabla en su lugar y volvió a la cama, su corazón latía a mil
revoluciones por minuto pero ya tenía las legendarias llaves.
A la mañana siguiente sin
siquiera lavarse la cara, salió como un cohete hacia la legendaria puerta,
pero una voz lo detuvo;
__ ¿a dónde vas? Aséate, vístete y
ven a desayunar, estas muy misterioso en estos días… ¿que estas tramando ahora?
__nada mamá, solo ando buscando un tesoro… eso creo
__ no vayas a romper nada, apúrate.
Luego del desayuno, se escabullo hacia el apartado rincón de la casa donde
estaba la puerta de los candados.
__Ahora si vamos a saber que tantas chucherías escondía el
famoso tío.- acto seguido introdujo la
primera llave, tardó un poco en darse cuenta que los viejos candados estaban
oxidados, entonces se apresuró a buscar aceite, después de tanto trabajo nada
iba a detenerlo, ni siquiera los regaños de la abuela Filomena, ni los castigos
de su madre, nada ni nadie lograría evitar que cumpliera su cometido, una vez
aceitados los candados las llaves los fueron abriendo uno por uno, luego de
colocarlos en el piso se concentró en empujar la puerta, entonces se escuchó un
enorme chirrido agudo y casi eterno, la puerta se abría lentamente, Manuel
estaba lleno de euforia, había logrado
su cometido, mil pensamientos rondaban su cabeza mientras centímetro a
centímetro la puerta dejaba ver el cuarto oscuro del cual se escapaban los
olores a cosas viejas atrapados por más de 40 años, tan pronto logró el espacio
suficiente buscó su linterna, la prendió y entro en el mundo olvidado y
misterioso de legendario tío Luis, quien sabe que tesoros escondería en aquel
cuarto,
II
EL SOMBRERO DEL DUENDE
El cuarto estaba lleno de
muchísimas cajas apiladas y marcadas, otras cosas como la cama, estaban desarmadas y encima de viejísimas
cajoneras, las telarañas habían invadido por completo el cuarto, Manuel
comprendió que necesitaría mucha
paciencia y muchísimas horas para desenterrar todas aquellas cosas, en su
primera incursión no podía demorarse mucho por temor a ser descubierto, decidió
que solo escarbaría un poco en los
viejos cajones.
Fue al revisar el quinto cajón que
encontró algo que llamo por completo su atención, era un sombrero de punta alta,
roma y flexible, parecido al de los
mexicanos pobres de las películas viejas que tanto le gustaban a su padre, el misterioso sombrero se le hacía conocido de
alguna parte,
__es genial, es todo mío… aunque sé
que he visto uno parecido pero no recuerdo de donde.- salió del cuarto llevando el sombrero, cerro
de nuevo la puerta con los tres candados
y al dar cuatro pasos volvió a
ver su trofeo y recordó;
__esto es… ¡el sombrero de un
duende! Uno autentico y… ¿será mágico? … ¡no!... ¿será posible?
Oculto muy bien las llaves y el sombrero, luego del
almuerzo salió con su tesoro hacia los árboles que estaban cerca de la casa y
lo reviso con más cuidado, era un viejo sombrero de lona o algo parecido, por
dentro descubrió una inscripción
__Salomino, seguro es el nombre del dueño, a ver…- unos instantes luego de ponérselo, comenzó a
escuchar vocecillas que parecían salir del mismo sombrero, se llenó de susto y
se lo quito, algo muy raro pasaba con él, pero pudo más la curiosidad porque no
había entendido muy bien lo que decían esas vocecillas, pensó que si lo usaba
otro rato más podría entender,
Se armó de valor y volvió a
ponérselo, espero un momento y comenzó a entender lo que ese coro de
vocecillas decía;
Solomino está compungido
su sombrero él ha perdido
¡ay! Pobre, está muy triste
la gran pena ya no resiste
el llanto eterno lo embiste
era un duendecillo divertido
Solomino está compungido
su sombrero él ha perdido
Dicen que fue una apuesta
cuando andaba de fiesta
no supo dar la respuesta
a un acertijo desconocido
Solomino está compungido
su sombrero él ha perdido
Un viejo árbol ya parece
pagará feliz con creces
a quien se lo regrese
al bosque donde ha nacido
Solomino está compungido
su sombrero él ha perdido
Manuel se quitó de nuevo el
sombrero, estaba fascinado con el descubrimiento, por alguna razón el mítico tío
Luís había apostado con el duende por el sombrero, pero… ¿Quién sabía más de
duendes que el? Necesitaba a una experta en esas cosas de viejos y esa era nada
más y nada menos que la abuelita Filomena.
La encontró sentada en su mecedora
añorando esos tiempos ya viejos mientras la tarde se marchaba, ella lo vio y le
sonrió, él se sentó a su lado sin dejar ver sus tesoros
__Abuela, ¿tú sabes de duendes?
__se algo, de pequeña los vi
varias veces rondando por esos árboles, son mucho más viejos que yo.
__ ¿porque nunca se ven sin el
sombrero? Mi mamá dice que son feos y cabezones, que es por eso que los usan
__si le quitas el sombrero a un
duende este se vuelve un árbol, uno grande y con muchas hojas… ¿Por qué tanto
interés?... no me digas que encontraste las llaves de mi hermano Luis… no me
digas que no, conozco la mirada de los
pilluelos como tu cuando están ocultando algo, solo dime que las encontraste
__Si abuela, las encontré, yo…
entre y encontré un sombrero.
La mujer de sesenta años se levantó
como un resorte,
__ ¿el sombrero de Solomino? Esas son buenas noticias, dime que no te
lo pusiste… ¿o sí?
__es mágico abuela, me canto una
vieja canción
__ ¿y la recuerdas?
__ Seguro, es más, antes de venir
a buscarte la escribí para que no se me olvidara… ¡tú lo conociste!
__claro que si, Solomino era un duende bueno, no como sus
primos que se la pasaban atormentando jovencitas a punto de ser señoritas, mi
hermano lo engaño y se quedó con su sombrero, por mi culpa perdió esa apuesta,
no debí escribir las cosas que me contaba, Luis lo uso en su contra, todo
porque no le quiso dar unas monedas de oro que siempre contaba
__abuela, ¿crees que pueda verlo?
__oh si, lo verás, debemos
encontrar mi viejo cuaderno
__Y yo tengo las llaves, vamos
abuela, seguro que deben estar en ese
lugar.
La abuela Filomena estaba muy emocionada porque volvería a ver a su amigo de infancia,
sentía que le debía su libertad porque no supo cuidar de sus secretos, la
puerta se abrió de nuevo y esta vez el
pequeño vio asombrado como su abuela abría una ventana oculta detrás de las
cajas más grandes
__y yo que me pasé cuatro días
buscando una entrada, nunca se me ocurrió buscar detrás de la cocina_ decía
asombrado Manuel_
__que no se te olvide que he
vivido aquí toda mi vida, conozco todos estos recovecos mejor que nadie, a ver…
nos tomará mucho tiempo encontrarlo, hay que buscar caja por caja.
A la puerta de ese viejo cuarto
llego la madre de Manuel,
__ ¿qué está pasando aquí? Mamá,
no me digas que estos son los trebejos del tío Luis… ¿Qué están buscando?
__el diario de la abue, lo escondió en alguna parte de estos
cachivaches _ decía emocionado el pequeño mientras sacaba las cajas al pasillo
__ mamá, ¿no estás muy grande para
buscar tu diario de niña?
Según me dijiste te casaste con el
amor de tu vida y fuiste por siempre feliz- decía mientras recibía cajas y
mecánicamente las colocaba en el pasillo junto a las demás_
__Lo necesitamos para liberar a
Solomino, tenemos que devolverle su sombrero, el pobre se convirtió en árbol
III
EL CONJURO
__ Pero mama, ya lo ilusionaste con el cuento del sombrero del
duende, ahora no habrá manera de sacarle esa idea de la cabeza… no existen los
duendes. Es solo un viejo cuento para que te asustes… ¿Qué carajos es eso?_
pregunto mientras veía el sombrero en las manos de su hijo
__es el sombrero de Solomino,
__ tu hijo encontró las llaves de este cuarto, es hora
que encuentre ese diario… ¡aquí estás! Volvamos a meter todas esas cajas, toma
Manuel, no lo abras todavía.
Con mucha paciencia esperó a que
la última caja fue guardada y los candados puestos, la abuela le puso el trio
de llaves en sus manos
__quedas nombrado guardián de este
calabozo
El viejo diario fue abierto y el
pequeño veía las imágenes del duende, entonces vio algo que no pudo entender
__et veniet… abue, ¿Qué idioma es
ese?
__ latín, el conjuro está en latín_
decía su mamá
__ ¡carajo! Ahora toca buscar un
cura viejito para que venga a leer esto, ellos son enemigos de los duendes
__Alicia, ¿qué tiene mi nieto en contra
de los curas?
__no les tiene miedo, desconfía de
hombres con vestido como el dice
__ No temas Manolito, por fortuna
yo se algo de eso, estudié en un internado y las misas de antes eran todas en latín,
tenemos que buscar el árbol que tiene
dentro a Solomino veamos… et venient et laudabunt in noctis tune
secretum…
A la media noche tú vendrás y
cantaras la tonada secreta, aun no se me
olvida ¡qué maravilla!_ el pequeño estaba más fascinado ahora, su abuela
parecía más una hechicera mística que otra cosa, la cosa pintaba lo mas de bien,
de pronto se detuvo y leyó en voz alta;
__oigan esto;
mystica mundi
monstra in terra
liberat captivas
veni, veni solomino
erit, rursus liberi
haec
fuit non fatum
quod
erit ante oculos vestros
Este es el conjuro que tenemos que
recitar bajo el árbol de Solomino, esto se traduce de esta manera;
Mundo místico
tierra de duendes
libera al cautivo
ven, ven solomino
libre de nuevo serás
no era este tu destino
como antes serás
__Ahora solo falta encontrar el
dichoso árbol…abue ¿y si ya lo cortaron?_ decía el niño algo angustiado.
__ No te preocupes Manolito, ese
árbol aún está de pie, tendremos que
esperar hasta la noche
__ si pero… ¿Cuál de todos es?
__hijo, no comas ansias, Solomino
ha estado allí por más de cuarenta años y no creo que le importe mucho esperar
unas pocas horas
__ pero…
__pero nada, no vayas a empezar
otra vez, no me hagas esa cara si no quieres irte a dormir temprano y no verás
al duende
__tu madre tiene razón, vamos, es
hora de un café para las dos y un refresco para ti
Manuel tuvo que resignarse, el
crepúsculo parecía muy lejano ¡eran demasiadas horas! Luego de su merienda, decidió
ocupar su inquieta cabeza en limpiar el sombrero, no quería que su dueño lo
recibiera lleno de polvo, luego se ocupó en brillar el trio de llaves ¨guardián
del calabozo de los tres candados ¨ esa idea sí que le gustaba, ya tenía
libertad para entrar y salir a voluntad,
que importaba que solo fuera un montón de trebejos y telarañas, solo él tenía
las llaves, las únicas llaves, se quedó dormido pensando en que más encontraría
después de liberar al duende.
Eran casi las diez cuando se
despertó, temeroso de haber perdido algo, reviso sus dos preciadas posesiones,
todo estaba a su alcance, miro angustiado el reloj, fue a la cocina y a
escondidas bebió un sorbo de café, había escuchado a su abuela Filomena que eso
le quitaba el sueño a los niños, para asegurarse, apuro otro sorbo, había
llegado ya muy lejos como para perderse el momento de conocer un duende, una
idea aterradora invadió su cabecita; su abuela y su madre posiblemente se
habían olvidado de Solomino, con mucho sigilo recorrió toda la casa y las
encontró tejiendo mientras escuchaban un programa de radio.
__aún no es hora manolito, primero
tenemos que tejer esta manta, esta noche tenemos luna llena y anunciaron heladas,
siéntate y escucha con nosotras la hora de los misterios _
__si abue… ¿luego vamos a liberar
a Solomino?
__L o prometimos ¿no? Oye, acércate… estuviste tomando café, muchacho
del carajo, ahora sí que estarás despierto hasta el amanecer.
__salió igualito a su padre en lo
obstinado_ las dos se pusieron a reír ante la ocurrencia del pequeño.
IV
¡DEJATE VER SOLOMINO!
Eran las 11.30 cuando las dos mujeres y el pequeño
llevando una vieja lámpara Coleman, comenzaron a caminar entre los árboles,
__ manolito, ¿dónde estabas cuando
te pusiste el sombrero?
__En ese de allá, allí fue donde
escuche la canción
__ bueno ese debe ser, escucha
bien mi niño, cuando el conjuro haya sido dicho, debes estar siempre junto a tu madre, debes rezar el
padre nuestro, o si no va a creer que tú eres quien lo puso en el árbol,
promételo
__ si abue… ¿pero porque?_
entonces su mamá se agacho y le dijo;
__ Por dos razones, eres un niño y
te pareces muchísimo al tío Luis, seguro creerá que eres el, promete que lo
harás.
__Lo prometo mamá
__esconde esas llaves, que no
suenen_ Manuel las envolvió en un viejo pañuelo
y se aseguró que no sonaran, los tres se acercaron a la vieja ceiba y la abuela
filomena comenzó a recitar la oración secreta
mystica mundi
monstra in terra
liberat captivas…
El sombrero comenzó a brillar bajo la luz de la luna y Manuel comenzó
a decir;
padre nuestro
que estás en el cielo
santificado sea tu nombre…
La abuela entono con más fuerza la segunda parte de la oración
¡veni, veni solo mino!
erita, rursus liberi
haec
fuit non fatum
quod
erit ante oculos vestros
el sombrero inesperadamente se escape de las manos del pequeño y comenzó
a dar vueltas de manera frenética en rededor del árbol. El pequeño muy
asustado, comenzó a decir del mismo modo y aferrado a su mamá,
venga a nosotros tu reino
hágase tu voluntad
en la tierra como en el cielo
dadnos el pan de cada día…
cuando el sombrero se perdió entre el tupido follaje y una risa
chillona siguió a la oscuridad total, el pequeño aún más aferrado a su madre
terminó la oración con voz temblorosa cuando algo comenzaba a salir de entre
las agitadas ramas
perdona nuestras ofensas
como nosotros perdonamos
a nuestros ofensores
no nos dejes caer en tentación
y líbranos de todo mal
amen
Entonces fue cuando lo vio; estaba
a tan solo cinco pasos de él, con su enorme camisa de mangas más largas que sus
brazos, con el sombrero calado hasta las orejas, lo veía acercarse amenazante y
el, llorando solo atinó a repetir una vez más;
Padre nuestro
que estas en el cielo
santificado sea tu nombre…
El duende le hizo una mueca que casi hace desmayar al pequeño y luego
se puso a reír, abrazó a la abuela filomena y luego se acercó al muchacho para
decirle;
__ tú me has liberado de mi prisión, claro que con ayuda de mena,
pídeme lo que quieras antes de irme,
__ ¿te vas a ir Solomino? Pero si apenas te conozco,
__no hay nada ya para nosotros en estos bosques, nuestro mundo ya fue
exterminado, los pocos que quedan solo esperaban por mí, solo espero que me
digas que quieres para poder partir_ entonces Manuel le dijo en voz baja…
__solo deseo que mi abuela Filomena sea muy feliz los años que le
quedan
Solomino saco de un bolsillo una rara piedra y se la puso entre las
manos le sonrió y luego de abrazar de nuevo a la abuela desapareció entre los
arboles
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