Esperaba de ti no solo amor
y llegaste sobrada de pasión
hechizando con tu canción,
llenando todo de sacro fervor
con tus ojos plenos de candor.
No supe en que feliz momento
se acabaron mis tormentos
ni cual de tantos encuentros
fue el primero de los nuestros
donde inició tan mágico cuento.
El olimpo mismo era poca cosa
ante nuestra pasión desbordada
como pintura maestra inacabada,
donde tu eras toda una diosa
siempre tan grácil y primorosa.
Donde te prodigaba mis versos
y te regalaba entero el universo,
para que lo moldearas a placer
como te motivara tu parecer
y lo harías sin mucho esfuerzo
¿Que hiciste entonces? un edén
mas bello que ningún otro eso si;
no presentí el inicio de nuestro fin
lo nuestro no acabaría tan bien
ya me mirabas con tal desdén.
Te mudaste a tu nuevo paraíso
y de nuevo fui un tonto sumiso,
mucho tiempo pase implorando
mucho tiempo te anduve rogando
cuando no era el momento preciso
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